martes, 31 de enero de 2012

Léeme tu también.


Será que le escritor vuelca todos sus sentimientos en las palabras que salen de su pluma?, o se guarda algunos para sí mismo, por miedo a que descubran su verdad? A quedar peligrosamente desnudos ante los ojos ávidos de sus lectores?
Yo no estoy interesada en esos temas filosóficos, escribo como me sale del alma, lo que me piden mis ganas, escribo para hacer catarsis, para desahogar mis penas, reclamar lo que veo injusto, quejarme de la estupidez humana que es más grande que cualquier cosa conocida, parafraseando a Einstein. También escribo, como hoy, para llorar mis desilusiones en forma de tinta, escribo para plasmar el recuerdo de mi tristeza entre líneas, sin que me quede nada por dentro, o tal vez si.
Quiero pensar que sigo siendo esa mujer de hielo en que me he ido convirtiendo producto de circunstancias que no vale la pena mencionar, porque no he sido la única en pasar por ellas y salir airosa, mucho menos veo que sea común aislarse en la agonía de la soledad y disfrutarla  con la cabeza en alto, pero sé que aun allí estoy acompañada.
Estoy amargada. Es como el síndrome premenstrual pero desgraciadamente más agudo. Siento que me odio, y no tiene nada que ver con la autoestima. Dejé que me afectara y por eso me reprocho a mi misma, ¿por qué de pronto no soy yo la única que influye sobre mis propios sentimientos?.
Me odio más por dejar que esto se me escapara de las manos, no me interesa lo dramático que puede llegar a sonar, pero es que no lo veo sentido tampoco a mis reacciones!
A donde vinimos a parar…. Te juro que nunca se me pasó por la cabeza una situación como esta. Odio sentir que soy la mala del cuento, pero es que tanta inestabilidad acabaría por dejarme más loca.
Yo soy feliz hasta que aparece alguien, lo acepto, pero ahora soy feliz hasta que aparece ese alguien o me peleo contigo, lo cual ocurre frecuentemente. Me odio porque me duele que me odies y aun así trato de complacerte. ¿Que si tengo preferencias? Si, y desde el principio, pero al contrario de lo que piensas mi preferencia es contigo.
Quiero creerte, pero sé que no te importa herirme con tu comportamiento, porque la fama que creé antes de acostarme a dormir es de insensible, seca, dura, seguramente lo soy, pero esos adjetivos no son literales, yo también siento, aunque te suene imposible.
Si dices quererme no concibo por qué todo lo que hago lo ves mal, o me ves a mi misma como si quisiera hacerte daño cuando en realidad ese es el único objetivo que no me trazo.
Quiero que seas feliz y dejes de estar triste siempre, que te des cuenta de que estás chiquita para estar sufriendo por cosas que no valen la pena, que te quiero y que siempre me provoca cuidarte.

PD: Lástima que entre todo tampoco pudimos cuadrar para celebrar tu cumpleaños como te lo mereces. No te echo la culpa a ti de todo, más bien a mi por dejarme afectar tanto.

Discúlpame

domingo, 22 de enero de 2012

Sangre en el Diván

Libro: Sangre en el Diván
Autor: Ibéyise Pacheco, periodista egresada de la UCV (1986)
251 páginas
Lanzado en Diciembre de 2010

     Al leer Sangre en el Diván, una de las primeras características del texto que salta a la vista es la precisión, en muchos casos exagerada. La autora incluye fechas, horas y hasta minutos, a través de todo el recorrido de sus letras.
     No es el primer libro de esta periodista egresada de la Universidad Central de Venezuela en 1986, y desde entonces autora de numerosos trabajos de investigación. Su primera obra publicada fue "Bajo la Sotana, confesiones del Padre Pablo", siempre caracterizándose por tratar temas escabrosos o polémicos.
     Esta vez el tema es el Dr. Edmundo Chirinos, quien en pleno uso de sus facultades como psiquiatra cometió el asesinato de Roxana Vargas, una estudiante del 8vo semestre de Comunicación Social, en la universidad Santa Rosa. En 6 capítulos se narra el caso que causó revuelo en los medios de comunicación nacionales, debido a las relaciones que tenía Edmundo Chirinos con la élite de la política venezolana.
     Cuando leía esta última obra de Ibéyise Pacheco me fascinó la capacidad que tiene para hacer que el lector quiera seguir la lectura sin pausas. Sin embargo, se vuelve tediosos leer repetidas veces los mismos datos. Por ejemplo, en el libro se nombra -al menos- una docena de veces, la cantidad de fotos de mujeres desnudas encontradas en la residencia del Dr. Chirinos (1200 imágenes). Creo que el libro pudo haber estado completo en menos de 200 páginas, ya que muchas sobran al recortar la gran cantidad de repeticiones presentes.
     Sangre en el Diván cuenta con capítulos narrados es primera persona, desde la perspectiva de Chirinos, y desde la perspectiva de reconocidos médicos, quienes exponen su opinión acerca de las posibles patologías que pueda estar presentado el doctor, no para justificar el crimen, sino para encontrar causas que lo hayan llevado a este trágico desenlace. Pero cabe destacar, que el libro en su mayoría está escrito desde la perspectiva de un narrador testigo, lo que hace posible que el lector aprecie más el trabajo de investigación que se llevó a cabo.
     Esta obra muestra en muchos momentos, la ineficiencia del sistema judicial y policial venezolano y debería ser recomendado en las escuelas que formen dichos profesionales, mas, para ser recomendado en una escuela de comunicación social, el texto deja mucho que desear, en mi apreciación, Pacheco cae en el detallado excesivo de ciertas cosas, que no tienen relevancia: "...deteniendo sus dedos en el borde de los labios, apenas cubiertos con un brillo con aroma de naranjas...", por ejemplo.
     Para finalizar, el anexo de la entrevista de Miyó Vestrini con el protagonista me pareció que carecía de importancia y sin él, el libro seguiría teniendo la misma calidad, es decir, no aporta nada extra al tema de Sangre en el Diván.
En general el libro me gustó y durante los 2 días que tardé leyéndolo disfruté de lo interesante de la trama.




@Kaysha_V